11 de agosto de 2009

ORANGUTANES - nos sorprenden

Un animal es un ser orgánico que vive, siente y se mueve por su propio impulso.



La Enciclopedia Encarta define: Animal, cualquier miembro del reino Animal. Este reino comprende todos los organismos multicelulares que obtienen energía mediante la digestión de alimentos, y contienen células que se organizan en tejidos.

Los seres humanos somos pues animales, con capacidad de pensar y decidir pero en definitiva animales con todos los instintos primarios a flor de piel.

Somos mamíferos primates (especie a la que pertenecen los monos y los humanos); éstos últimos con características biológicas que nos diferencian del resto de las especies vivientes: pensamiento abstracto y lenguaje que nos permiten comunicar ideas que forman parte de la conciencia o facultad para conocernos a nosotros mismos y a nuestros estados de ánimo.

Aristóteles realizó quizás la más sencilla y contundente de las definiciones: el hombre es un animal racional.

La inteligencia es lo que diferencia al hombre de los animales.

¿Realmente?





¿Por qué los destruimos?

¿DIFERENTES?

Muchos ejemplos desmoronan la teoría de que los animales actúan siempre por instinto y no por voluntad, sus actos están programados o dictados por la necesidad biológica y que no poseen conciencia.

Los seres humanos solemos negarnos a ver las semejanzas que tenemos con especies que considerados inferiores pero cuando abrimos los ojos, es entonces que el asombro no nos deja ni pestañear.

Los humanos usamos palabras para comunicarnos con tan poco criterio que muchas veces no entendemos lo que dice el que está frente a nosotros y debemos recurrir a la mímica, el mismo idioma de señas que utilizan nuestros críos cuando aún no se han iniciado en el idioma hablado.

Investigadores escoceses de la Universidad de St. Andrews, han establecido que los orangutanes también usan la mímica para hacerse comprender, pero ya no entre sí, sino con sus cuidadores humanos.

Recientemente la revista Current Biology (Biología Actual) publicó el descubrimiento señalando que los orangutanes se comunican mediante un lenguaje de gestos, similar al que los seres humanos emplean cuando juegan a adivinar títulos de películas.

Pero dejémonos ahora de adivinanzas y regresemos a nuestra cotidiana existencia. Pensemos en el último gran berrinche de nuestro hijo, nieto o el vecinito de al lado.

Él quería algo, deseaba alguna cosa más allá de la lógica; quizás una golosina, un autito nuevo, que lo dejaran ir a jugar con sus amigos; alguna cosa que en el momento le fue negada y ello le provocó tal arrebato de furia que gritó, lloró, se puso colorado y hasta se revolcó por el suelo.

Un comportamiento común en los niños y que no es ajeno dentro de otros parámetros a muchos mayores de la especie humana y que se ha observado que tampoco es ajeno a los orangutanes cuando no reciben lo que quieren y más si saben que pueden obtenerlo.

Nos encontramos con que no es tanta la diferencia entre los humanos y estos grandes simios, a más del pulgar, ese dedo que nosotros poseemos fuerte y hábil –fijémonos si aún lo tenemos- y que representa nada menos que la civilización misma y del que carecen la mayoría de los mamíferos o, como el orangután, lo tienen muy corto y débil, lo que significa, aún sin desarrollar por completo.

Cuando dejamos atrás nuestro último antepasado común, emergimos con ese pulgar que nos hace diferentes, y esa disparidad nos permite encontrar las similitudes que nos hacen pensar que no hay tanta diferencia.

Por lo demás, la ciencia nos ha develado que gorilas, orangutanes, chimpancés y seres humanos comparten más del 97% de su información genética.

¿Inteligencia? ¿Aprendizaje? ¿Civilización? ¿Diferencias?



Los orangutanes son muy inteligentes – usan herramientas y un ejemplo es que obtienen la miel de las colmenas utilizando palillos.

Y a diferencia de quienes necesitamos un GPS, un mapa o una brújula para encontrar el camino correcto, ellos encuentran siempre la forma de llegar a determinados árboles justo en el momento en el que la fruta está madurando.



ARQUITECTOS Y DISEÑADORES DE MODA

Los orangutanes no son los únicos simios que construyen su casa o nido para dormir, pero éstos además de la base colocan sobre ‘su lecho’ un techo que los protege de los rigores del clima y hablando de inclemencias, también se protegen de la lluvia con chubasqueros y paraguas.

No son de plástico de colores como los que usan los humanos pero su ingenio no parece detenerse por minucias como la elaboración de moldes o el terminado en pespuntes; los orangutanes utilizan los materiales que tienen a mano, se protegen tanto de la lluvia como del calor sosteniendo ramas con hojas sobre sus cabezas y envuelven grandes hojas alrededor de la cabeza y el cuello.

Y llegando a este punto nos preguntamos si los orangutanes llegarán algún día a desarrollar totalmente su pulgar y de hacerlo, qué diferencia habrá por entonces entre nuestras especies.

Podemos estar ante una pregunta que no tendrá nunca respuesta. Los humanos no queremos competencia. Es otra característica que nos diferencia de los grandes monos: somos egoístas.

El ser humano tiene instintos primarios únicos, como el de destruir y destruirse, matar simplemente por encandilarse con un incalificable sentimiento de poder.

Posiblemente ya hemos hecho todo lo posible para que estos grandes monos que no son tan diferentes a nosotros, dejen de existir a muy corto plazo, posiblemente apenas una década basta para que los orangutanes pasen al libro de las especies desaparecidas.




UN RITMO DE REPRODUCIÓN MUY LENTO PARA SALVARSE

Al igual que en los humanos, las hembras de orangután están en condiciones de procrear recién después de alcanzar los 12/15 años de edad y dan a luz en espacios que oscilan de los 3 a 8 años.

Un ritmo de reproducción tan lento para recuperarse de la muerte provocada por grandes incendios, desforestación de los bosques que han sido su hábitat y caza indiscriminada o, quizás en este punto debamos hablar llanamente de asesinato.

Se estima que el orangután estará genéticamente muerto dentro de cinco a diez años. Después de ese tiempo quedarán aún orangutanes pero serán poblaciones insuficientes para que la especie sea viable.

En el siglo pasado y lo que va del actual se ha producido una alarmante reducción en la población de orangutanes, el fenómeno se ha acrecentado especialmente en las últimas décadas a causa de la deforestación de las selvas de la reserva de Kinabatagan, en Malasia donde los pocos orangutanes que quedan no pueden sobrevivir en plantaciones controladas.

Los últimos lugares del planeta donde quedan orangutanes ‘en libertad’ son las islas de Borneo y Sumatra. Menos de 3.000 ejemplares en Sumatra y entre 10 y 15.000 en Borneo, una cifra muy inferior a los 60.000 que fueron censados a finales de los años 90.

Karmele Llano, veterinaria española que trabaja en Indonesia precisamente en la conservación de primates como el orangután se ha referido a su futuro con la crudeza de quién anuncia un mañana que ya no es posible revertir ‘Se considera que el orangután estará muerto genéticamente dentro de entre cinco y diez años. Eso significa que no quedarán suficientes animales para que la especie sea viable genéticamente’

¿Y qué puede importar si en definitiva los orangutanes no tenían un pulgar como el nuestro que, como para la destrucción de tantas otras cosas, también nos ha servido para acelerar su desaparición?



DENUNCIA





El orangután es un animal ¿animal? pacífico que generalmente no ataca ni a otros animales ni a humanos.

Hemos sido los humanos –con nuestro pulgar desarrollado en símbolo de civilización- quienes les hemos matado indiscriminadamente, los cazamos para exhibirlos en zoológicos y circos, los disecamos como trofeos y muy pronto pondremos en subasta la imagen del último de su especie.

La organización WWF/Adena denuncia el asesinato en la región congoleña de cuatro gorilas de montaña, una especie de gorilas sumamente vulnerable por su ubicación y porque quizás sean de los primeros en desaparecer de la faz del planeta.



Graciela Vera

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